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Magia como punto de unión

Las calles de Pamplona brillaban más que nunca aquel 20 de noviembre de 2010. Mario lo sabía bien, a sus 14 años ya conocía aquellas calles a la perfección. Las recorría a diario sorprendiendo a los viandantes con sus  trucos de magia. Los días iban pasando y sus habilidades cada día eran más sorprendentes. Era conocido en gran parte de Navarra y eso le producía satisfacción.

 

En plena acción, mientras hacía uno de sus trucos observó cómo una joven lo seguía. No se extrañó, eran muchos los muchachos que lo acechaban con el fin de descifrar sus trucos. Pero cuando se dirigía a casa, se dio cuenta de que le faltaba algo: la cartera. Hizo el recorrido en el sentido inverso, y allá encontró a Nerea, sorprendiendo a unos jóvenes con un monedero que él reconoció al instante. Se escondió y esperó a que Nerea acabase con su hazaña. Quedó sorprendido al ver la habilidad que tenía manejando las manos, y enseguida vio su gran talento. Nerea supo en todo momento que Mario la había estado observando; es por eso por lo que cuando acabó el truco, le lanzó la cartera a los pies añadiedo: “No se puede ir por la vida con tan poco dinero, da gracias a que sé utilizar las manos”.

 

Mario habló a grandes magos sobre Nerea, y estos, tras ver su talento, le ofrecieron una beca que ella aceptó. Así es como dejó la capital navarra y se adentró en las calles de Madrid, junto a su fiel maestro Juan Tamariz.

 

Días después, Eduardo se enfrentaba a su primer día de clase, en una nueva ciudad: Pamplona. En clase apenas intercambió dos palabras con un chico que se sentaba detrás de él. Los lápices bailaban en sus manos, primero uno, después otro, hasta que consiguió que hasta cinco lápices danzasen en su palma. “Parece magia” gritó el muchacho que se sentaba a su izquierda. “Lo es” pensó Borja. Este dudó en acercarse a Eduardo pero una vez dadp el paso, no tardaron mucho en hacerse grandes amigos y compartieron uno con el otro su más preciado bien: la magia.

 

“ Matalebreas 2012: Espectáculos de magia, interesados llamen al 908…” Leía Borja en voz alta. Miró a Eduardo y este no tardó en contestar: ¿Por qué no? Ambos magos viajaron a Soria, pero solo Borja tuvo suerte y pudo actuar. El cupo de inscripciones estaba completo. Eduardo, apenado, se sentó y de pronto vio como un chico vestido de andrajos lo señalaba: “Nos han hecho un favor al no dejarte actuar” reía aquel chico. Eduardo no dudó un solo segundo en retarlo. La gente hizo un corro alrededor de ellos y entre la gente que se los rodeaba se encontraba Mario. El duelo acabó y Eduardo resultó el ganador. Javier, aquel chico que había vacilado a Eduardo, se disculpó.

 

Cuando la gente volvió a sus cosas, solo quedaron Mario, Borja, Eduardo y Javier. Eran muy distintos entre ellos, pero había algo que les unía, sí, la magia. Mario les propuso la idea de crear una compañía. Tardaron días en elegir el quinto nombre. Nerea llamó a Mario porque ya había regresado de Madrid. Mario sonrió al cielo, Quinto As, pensó.

 

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